El pasado 21 de septiembre se conmemoró el Día del Fotógrafo y si uno habla de fotografía en Gálvez, inmediatamente se referencia en dos apellidos: Primón y Lapassini. Por eso, hoy inauguramos nuestra sección “Legados” con una entrevista a Alejandro “Tatín” Lapassini, hijo y sobrino de dos históricos de este oficio que él hoy continúa. Aquí, sus conceptos más destacados;
LOS COMIENZOS
“Es una larga historia, la parte que yo más conozco de la misma, tiene 48 años y es la mía. Yo nací cuando mi papá (Armando “Cuqui” Lapassini) estaba abriendo el negocio acá en calle Mitre donde se encuentra aún hoy”.
“Mi papá había empezado a los 12 años, trabajando como empleado de mi tío (Roberto Primón). Con los años aprendió el oficio y puso su primer local en sociedad con Juan Pagani, que estaba ubicado sobre calle Colón. Después, quedó él sólo y cuando se casa con mi mamá, ponen el negocio acá”.
EL LEGADO DE PADRE A HIJO
“Pasaron los años, yo estaba en 4° de la secundaria. Tenía 17 años, pero no me gustaba estudiar. Y mi papá fue claro; me dijo “yo acá vagos no tengo. Hay dos formas de seguir adelante, ó te pones a estudiar o me ayudas a mí con la fotografía”. Eso es algo que siempre tuve muy presente. Aparte que me prometió que si yo iba a hacerle la fotografía de fiestas me regalaba un auto. Imaginate, yo con esa edad y toda la energía, no lo dudé ni medio segundo”.
“De por sí, somos una familia de fotógrafos. La estructura de la familia viene de la fotografía. A mí es algo que siempre me gustó. Ya desde chico lo ayudaba en el laboratorio cuando todavía era todo en blanco y negro. Entrábamos a la noche a revelar las fotos a mano, con los estabilizadores, los reveladores, los blanqueadores y la luz roja, esa tan tradicional”.
¿UNA ANÉCDOTA DEL LEGADO?
“Me pasó algo duro, que fue lo que más me pegó. Mi papá era un tipo que nunca le quería fallar al cliente, y siempre me decía eso; “Nunca abandones la calidad y nunca le falles al cliente. Es mejor decir que no, a quedar mal”.
“En la descompensación, previa a su fallecimiento, él estaba en terapia, mu mal, y yo tenía una fiesta de un cliente al que valoro un montón. Imaginate que no tenía ganas ni fuerzas de ir a cubrir esa fiesta. Pero en ese momento me acordé de su consejo y terminé yendo porque sabía que con eso, a él, le estaba haciendo un favor. Saqué las fotos y al otro día él fallece. En pocas horas pasé del ambiente de diversión de una fiesta a la muerte de mi padre. Eso me marcó mucho, pero esos eran los códigos que me legó y creo que fue un buen homenaje que le terminé haciendo. Yo no le fallé al cliente, cosas que hoy no sé si es tan así en el oficio”.
SUSANA, SU MADRE, EL “CEREBRO DEL NEGOCIO”
“Mi mamá era el cerebro de todo esto. Mi papá era el negocio pero él veía por los ojos de mi mamá. Era una mujer super organizada, que te guardaba todos los archivos por año, por mes y por día. Capaz que pasaban 10 años y el negativo todavía estaba, así como ahora nosotros tenemos los archivos guardados de todas las fotos que sacamos. A mi hoy no me falta ninguna foto que haya sacado y eso lo aprendí de ella”.
“Mi mamá era lo más comprensiva que existía, tenía un aguante increíble. Imaginate lo que es vivir en una casa donde en una noche de sábado había que cubrir 5 fiestas. Era un loquero, organizar los rollos apenas llegábamos para que no se pierda ninguno, y todo eso lo hacia ella. Era una genia”.
LA MODERNIZACIÓN DEL OFICIO
“En la fotografía el paso de lo analógico a lo digital fue un cambio muy brusco. Antes uno no veía la foto, tenías que usar los diafragmas, la velocidad. Todo era manual, había que calcular los metros de distancia con la persona para poner en foco el lente. Después, empezó a avanzar, con la lente automática, la cámara automática pero seguíamos en lo analógico, o sea seguíamos sin ver la foto que sacábamos; cómo se dice en criollo “había que pegarla” y esperar a revelarla. Si salía mal estábamos en problemas”.
“Después de eso vino una transición muy fuerte. Por un lado, algo positivo, porque era algo nuevo, distinto, supermoderno, pero por otro lado, el cambio requería de una fuerte inversión desde lo económico. Costaba una muy buena moneda pasar de todo analógico a todo digital. Ahí, el que se pudo adaptar lo hizo, y el que no se quedó en el camino”.
“Fue un proceso largo al que gracias a Dios nos pudimos adaptar. Tuvimos que poner computadoras, equipos grandes porque son archivos pesados los que genera la fotografía digital, y compramos un equipo digital con el cual al día de hoy imprimimos las fotos en formato digital”.
¿LA ÉPOCA DE ANTES O LA DE AHORA?
“Antes había más códigos. En la gente, en el cliente. Hoy está todo muy mezclado, sobre todo con el tema de las redes sociales. Está bien, son los tiempos que nos tocan y hay que adaptarse, pero antes había una parte más humana, había códigos, se respetaban un montón de cosas que ahora no. Hoy pasó a ser todo muy volátil pero eso pasa en la vida en general, no sólo en el oficio”.
“Antes, en el Día del fotógrafo, los colegas se reunían todos a comer un asado, y ese día no se abrían los negocios. Hoy, lamentablemente, la realidad es otra, esas cosas ya no se pueden hacer. Hay que abrir. Gracias a Dios, tengo la mejor relación con todos los fotógrafos de la ciudad y la zona así que para ellos desearles que hayan tenido un hermoso día.
UNA FRASE FINAL SOBRE EL OFICIO
“Hay que valorar mucho al fotógrafo porque lo que sus ojos ven, otros no lo ven. La fotografía Es un arte”.




Excelente nota segui reconociendo a estos personajes que son parte de nuestra ciudad. Debe tener, en sus archivos parte de la historia